Hay cosas muy difícil de entender

Me quedo con esa frase en la punta de la lengua, a punto de escaparse pero tampoco tengo cómo explicar, cómo fundamentar este pensamiento. 
Por ejemplo, pienso que a pesar del tiempo, sigo recordando una intimidad entre esa persona y yo, por otro lado veo un largo comienzo de otro camino que hace tiempo ya lo emprendí, y por último me pienso que, hay cosas que no van a cambiar, que esos recuerdos van a quedar por siempre y siempre van a rememorarme sensaciones, rememorar el yo que fui, la mujer amando que fui, y me cuesta creer que esa es la misma que soy yo ahora, aunque me vea lejana, fui yo. 
Hay sentimientos que no acaban, o mejor dicho no dejan de sentirse vivos, pero es solo el recuerdo, y la vida sigue sucediendo aunque a cuestas de nosotros llevemos una larga vida, a la que cada vez decidimos sumarle algo, y que en los momentos en que la vida se esta llevando y sucediendo como deseamos, miro desde lo alto y veo puntos negros, que hubiera elegido no pasarlos, no vivirlos, no sentirlos, pero así es, esa que decidió pasarlos y conocerlos es la misma que ahora desea lo contrario. 

Lo opuesto al sol

En algún momento
hubiera hecho todo
para que las cosas
siguieran en un estado
prolijo, inmejorable
sin una mancha
que nos acusara de descuido,
haber parecido
una casa radiante
limpiada todos los días 
por una histérica encerrada
entra la luz perfecta
en angulo perfecto
por la ventana que da justo
al ciruelo que se riega sin interrupción
en los días semana
sin reclamar porque se ahoga,
ser un comedor
con un mantel con cuadros celestes y blancos
una taza con el fondo blanco, con complejo de inútil
sin el adorno de una mancha de labial
sin su servilleta mojada al lado.
Hubiera echo todo
para que fuéramos como esa casa
pero,
a ninguna casa le entra la luz justa
que ninguna taza puede vivir su vida
sin ser estropeada con el color del té
que ningún ciruelo aguanta
sin antes advertir que se ahoga.
Aborté la idea de querer
parecernos a esa casa reluciente y mentirosa
lo único que existió fue
la anécdota de estar encerrados
las mañanas hasta el medio día
en una pieza a la que no le entraba
una gota de luz
donde habían vasos de semanas
dejando un círculo pegajoso en los muebles
y dos cuerpos manchados
que tenían como hobbie
jugar a perdurar en lo opuesto al sol.



Dónde quedamos


Volver la mirada es de valientes.

Dónde quedamos es mi pregunta cuando me acuerdo de todo, cuando uso el recuerdo para revivir y pasear por nuestra vida en plural. Como una intrusa invisible, que viaja desde el presente a los lugares donde fuimos. Acaricio los momentos como si estuvieran tras de una vitrina, nos miro de lejos o me paro frente de nosotros a escucharnos, a vernos, a verme y luego vuelvo, al lugar verdadero tiempo que habito.  

Tengo hipótesis para responder mi pregunta. Una es, quedamos guardados en capsulas de tiempo, en las que seguimos ocurriendo a nuestras espaldas pero es la que menos me tranquiliza, lo encuentro sombrío, saber que seguimos juntos me devuelve la idea incompleta de pensar ¿cuándo acabamos si seguimos sucediendo en alguna parte? La otra es la real, que uno acaba algo y solo queda hasta ese punto final, el que tuvo la opción de lanzarse hacia el lado y continuar, pero no, y que eso es parte de nuestra historia y que durante el presente se va curando el pasando, se va volviendo duro, llegando al punto de ser indolente para ti, o para mi. Pero por unos momentos quisiera que todo se congelara, que solo se haya creado esa persona avatar, para esos momentos y una vez terminada la vida en plural, PAF! desaparezca, sin la necesidad de sentir el peligro de encontrarlo en la micro, en el metro, sin la necesidad de preguntarme esto. Es la más cobarde, la más idónea para atrasar la mirada hacia la realidad.

Hay cosas que siguen sucediendo como consecuencia de que haya terminado una vida en plural, hay ausencias que rellenan espacios en el cuerpo, hay fotos que hacen revivir la primera hipótesis, hay gente que te hace revivir que alguna vez eso que parece sueño, fue realidad, y quedo ahí, ahí atrás porque algo hizo acabarlo, cerrar un acuerdo, desahuciar una vida, y rechazar un contrato antes de tiempo, diciendo que las futuras condiciones desconocidas no las quieres. Se rechazan posibilidades, se matan posibles vidas y también anulé una de todas mis vidas posibles. 

Quizás por ahí ande nuestra vida en plural, quizás camina como los muertos, recorre los lugares que caminamos, quizás no nos damos cuenta y en nuestras camas siguen repitiendo la rutina, los dos cuerpos tendidos a nuestros lados, mientras cada uno trata de conciliar el sueño. Quizás seguimos llegando a nuestras casas, y nos sentamos a la mesa, tomando té y comiendo pan con mantequilla, como lo hacíamos, quizás seguimos asistiendo a las fiestas familiares y nos sentamos entre todos o nos quedamos abajo de la mesa. Existen infinitas posibilidades para imaginar donde quedamos. 
Dónde quedamos, dónde queda nuestra vida, dónde quedamos de a dos, porque lo único que yo veo realmente a la luz del día es, a mí siendo sin ti. Eso es lo que tengo ahora en mis manos, y por otra parte como dice un poema de Cecilia Casanova: En la misma ciudad/ y un absimo de por medio./ Como si tú ladraras/ y yo maullara./ Como si tú volaras/ y yo me arrastrara./ Como si tú ni yo/ existiéramos jamás/ el uno para el otro.